La bandera de la no violencia (por Adrián Escudero)

Todo jurista debe detenerse a reflexionar sobre los motivos que nos mueven a adoptar nuestros propios criterios. La filosofía sostiene nuestros pensamientos y nos guía en la toma de decisiones.

¿Por qué apostar al diálogo? Porque es el método de resolución de conflictos con el más alto porcentaje de infalibilidad. En el trabajo, en la vida personal y familiar. En todo ámbito donde haya interacción de conductas humanas.

Por contrapunto, el ostracismo es la formulación de ideas sin comprobación alguna tejiendo una red de subjetividades que conforma nuestro concepto sobre todo lo que nos rodea. Una “realidad virtual”, como se diría en la época contemporánea.

El cristianismo, explicado a través del legado de los evangelios, relata los preceptos indicados por Jesús y su recepción por sus seguidores, en tiempos de terribles persecuciones. Aquellos primeros cristianos pagaron con sus vidas poner la otra mejilla. Pero no desaparecieron: por el contrario, se multiplicaron. Y luego los propios verdugos tuvieron que abrazar la nueva fe.

La no violencia no es política. Es filosofía de vida. Es vencer el instinto animal de ejercer la prerrogativa autoatribuida de deshacerse del más débil. La fuerza, es el derecho de las bestias.

Los regímenes totalitarios se edificaron sobre la base del odio, la discriminación y la intolerancia. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial se legisló en el mundo para que nunca más se repitiera el holocausto. ¿Está desterrada la posibilidad de que haya otros nuevos? Nunca. Porque el mal es parte de la naturaleza humana, y ésta a su vez, de memoria muy frágil.

La paz debe demandarse de una manera activa. En cada ámbito de trabajo, en cada organización social. Un claro objetivo del que todos debemos ser apóstoles.

Los resultados son rápidos y evidentes. Acerca y materializa el precepto de “hoy por ti, mañana por mí”. Reciprocidad. Dale Carnegie enumeraba entre sus reglas “ser un buen oyente” y “pensar sinceramente desde el punto de vista ajeno”. Pero también afirmaba que “el mejor método para ganar una discusión, es evitarla”.

No subestimemos el valor de la oratoria. No adjudiquemos a la ley lo que ésta no dice. Utilicemos nuestra fuerza para firmar la paz. La pluma siempre es más fuerte que la espada.

Adrian Escudero

                                                        Presidente del Comité para la prevención

                                        De la violencia y solución de conflictos de la Unidad Penal N° 15

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