Mi visita a Batán (por Diana Márquez)

  • Amanece un día precioso, es el primero del otoño y brilla el sol. Un día que invita a abstraerme de que voy hacia la cárcel de Batán.

Hace 30 años, siendo una estudiante de derecho de la Universidad de La Plata visité, para la materia de Prácticas Penales, la cárcel de Olmos. Esa visita marcó mucho mimirada con relación a la cárcel y a la problemática carcelaria. Fue una visita que resultó absolutamente terrible,tétrica, sin claroscuros, todos oscuros. Durante estos 30 años tuve varias oportunidades de poder asistir de nuevo a una cárcel, y de una manera u otra me negué sistemáticamente,pero esta mañana que vamos a la cárcel de Batán sé en mi alma que debo ir: se corre la primera maratón intramuros entre presos, visitas, personas de civil, funcionarios judiciales y representantes de asociaciones como la mía, que es Víctimas por la Paz, a la que voy representando. La maratón se llama, justamente, Maratón por la Paz.

Llegamos a Batán. Cuando uno llega a una cárcel, ya antes de entrar el clima cambia. En la entrada se ponen en funcionamiento los protocolos de ingreso. Protocolos o recaudos, según se mire. Quizá para nosotros, que somos visitantes de una agrupación acompañados por un juez penal, no tenga la rigurosidad que se le impone a un visitante común que viene a ver a un interno. Aún así, no hemos bajado del auto e igual hay que exhibir inmediatamente el DNI, someterse un poco al escrutinio de la guardia. Pasamosla primera reja. Estamos en un predio enorme, como un gran estacionamiento. Allá, un poco más lejos, la cárcel propiamente dicha, el lugar. Es un edificio antiguo, como de 40 años mal llevados, pero al fin, desde donde estoy, aún afuera, no da una sensación fea. Entramos como a una recepción, y ahí nuevamente: el sol entra por los amplios ventanales, perros, pájaros que se meten por las ventanas y gente del servicio penitenciario andando de acá para allá. Estodo armonioso, como ajeno a un ecosistema carcelario, una especie de otro-lugar. Nos vuelven a pedir documentos. Lo que pretendo, con toda esta descripción quizá desordenada, es referir a una especie de tranquilidad que siento en este momento.

Hasta ahora no hemos entrado a la parte donde están los presos. De ese lugar nos separa una puerta que me genera inquietud: la miro y sé que detrás de ella está el otro mundo. Nos dicen “bueno, pasen”. Y pasamos una reja, y dos rejas,que se cierran atrás de nosotros, y a nuestra espalda, el ruido de la puerta y ese chirrido del correr de las rejas, ese ruido que es la música del encierro. Llegamos hasta lo que parece ser la última reja, con un mostrador donde dice Control Central. Dos paredes de rejas, de piso a techo, nos rodean. El olor penetrante que ya llega es un olor indescriptible, lo sentí en Olmos y lo siento en Batán. Es un olor complejo, es un olor acre mezcla de cuerpos y miedo, de muchos cuerpos pasando pobreza, necesidades y vulnerabilidad, un olor feo.Veo a los primeros guardias penitenciarios, altísimos, que miden como 2 metros, todos evidentemente vestidos de acuerdo a un protocolo para disolver motines, con chalecos,itacas o unas armas largas que no logro identificar (no soy muy especialista en el tema), canilleras y pecheras negras brillantes y con máscaras en la cara, como una armadura moderna. Son como gigantes y a mí me da un vuelco el corazón. Hasta ahí yo voy a participar de una maratón (no a correr, quizá sí a caminar) y pienso más que nada en eso y que está el sol y que yo quiero ver a esas personas, que nos integremos con ellos, vivir el momento con la mayor “normalidad” posible.

Ahora sí, detrás de dos rejas que nos separan, veo a los muchachos. Los hombres, los pibes. La visión de estas personas privadas de su libertad me conmociona, me duele, me interpela. “¿Viven acá? ¿Viven acá?” es la pregunta sin sentido que repite mi cabeza, como no pudiendo entender. Siento ganas de llorar, pero me compongo. No es el lugar ni el momento. Pasamos. Veo a los muchachos que están adentro, yendo hacia un lugar y hacia otro, algunos se están preparando para la maratón o para alguna de las otras actividades que hay hoy en la cárcel. Allí nos recibe la mujerque dirige todo el complejo de Batán, y también el complejo de Dolores. Y la verdad es que al verla siento “qué bueno,una mujer”. Contrastes que hay en la cárcel, bah, que hay en todos lados: hace un segundo había visto a estas personas con armas hasta los dientes y ahora veo una mujer vestidacon su ropa de trabajo, con tacos, saludando amablemente,cordialmente, con una sonrisa.

Nos dirigimos entonces hasta el espacio Liberté. Allí funcionan talleres. De artesanías y de pintura, entre otras cosas. Es un espacio donde evidentemente se ayuda a pensar,a reflexionar, a hacer cosas constructivas. En una de las paredes, dedicado a Víctimas por la Paz, se ha pintado unmural sobre una obra que hizo el artista plástico necochense Juan Carlos Comperatore. Es precioso, grande y lleno de color, como todo en el espacio Liberté. Lo pintaron los internos de Batán junto con los alumnos de la Escuela de Arte del Centro de Formación Profesional de Necochea. El espacio Liberté es un lugar para difundir y replicar en cada cárcel.

Desde allí saldrá la Maratón por la Paz.

Pequeña digresión: cuando fui a Olmos, hace 30 años, me dijeron “no los mires”. Éramos 5 o 6 personas que íbamos con nuestro profesor de prácticas penales, teníamos casi todos 22 años. Nos dijeron “no mires a los internos a los ojos”. No sé por qué, quizá para protegernos de no sé qué. Como que no nos engancháramos en la mirada. A mí esa frase me quedó grabada, tampoco sé por qué razón. Entonces en Batán, al comenzar la jornada, y condicionada por ese falso buen consejo que tenía olor a otra época, a otra concepción de la persona privada de libertad, trato de esquivar las miradas. Es verdad, cuando uno engancha alguna mirada se da cuenta de que a uno lo están mirando con una profundidad que tiene una fortaleza inaudita, porque uno está viniendo de afuera, uno “es” el afuera. Uno ve personas, yo veo personas, pibes, adultos, viejos; pero estosmuchachos, aparte de personas, creo que ven el afuera.Quizá sea eso, que a lo mejor estén queriendo leer en uno cualquier signo, por pequeño que sea, que huela a libertad.

Pero esto me dura hasta llegar a la zona de Liberté, donde ya no puedo ni quiero esquivar ninguna mirada. Aquí estamostodos juntos y eso es algo precioso, porque de alguna manera me siento fuera del pasillo de una cárcel: aquí somos una comunidad que nos estamos preparando para una maratón.

Nos reparten los números para pegar en las remeras, cantamos el himno nacional y salimos afuera para empezar la competencia. Somos más o menos 80 personas y es algo indescriptible, maravilloso: el sol sigue ahí para nosotros,alumbrando, calentando, y nosotros estamos, todos juntos,en la largada de una maratón dentro de la cárcel de Batán, y nos alentamos, nos aplaudimos, nos sacamos fotos y la gente estira sus músculos, se prepara a conciencia. La carrera será supervisada por jueces profesionales de atletismo de Mar del Plata.

Se da la señal de largada. Los internos se alientan, los familiares los alientan: “Dale Tomate! Dale Cabezón!” O se alientan entre ellos. Se escuchan cosas como: “Ahí viene el Correntino!”. Qué sé yo, es emocionante ver a esos muchachos correr. Ponen el alma en cada tranco.

La maratón es una maravilla.

La línea de meta es el Centro Pastoral Universitario, o La Pastoral. Otro espacio para destacar. Reflexión, contención, educación. Un lugar para repensarse, para reconstruirse. Allí se descubre otro mural que destaca la amistad entre la Pastoral y el espacio Liberté. Aquí nos espera la entrega de premios. Hay sorteos y regalos. Para Víctimas por la Paz, el obsequio es precioso: un cuadro pintado por los internos. Esrealmente bello. Seré depositaria de él hasta entregarlo a otro integrante de VxP, para que el mensaje y el amor puesto en ese cuadro sea itinerante.

Entonces nos muestran una maqueta que han hecho de cómo son las celdas. Cuando la veo, recuerdo “ah, estoy en una cárcel y, claro, todos estos muchachos que están sentados al lado mío, atrás, delante o al costado, que charlamos, que charlan, que se ríen… son presos. Se quedarán acá cuando me vaya”. La maqueta es contundente, con solo verla se me pone la piel de gallina. Representa un lugar muy pequeño,frío, donde hay un retrete y tres camas, o dos en el mejor de los casos. Pero definitivamente es un lugar de hacinamiento, casi infrahumano. Tienen urgencia en mostrarnos, aunque sea en escala, cómo viven. Así, de claroscuros y de momentos increíbles, se arma esta mañana, este día. De momento se me va de la cabeza esto, porque tanto Liberté como la Pastoral son espacios recuperados con evidenteamor, y parecen ajenos al entorno; con gente que quiere estudiar, que quiere progresar, que ahí hace cosas. En Batán hay gente que está haciendo huertas y otras actividades, trabajando sobre sí mismas; se ve que en muchas de las personas que están aquí hay realmente una transformación.Pero eso lamentablemente no alcanza a todos: estar ahí adentro exige una voluntad persistente e inoxidable. Creo que levantarse en la mañana para ir a hacer la huerta o para ir a los espacios como Liberté o la Pastoral exige tener realmente fuerza y capacidad de transformación. Esta gente lo hace para ser mejor persona, para que también sus familiares estén orgullosos de ellos, para poder lograr salir un poquito antes, y sobre todo para lograr salir transformados.

Vuelvo a mi mirada sobre la maqueta. Está hecha observando hasta el más pequeño detalle: quieren que se note todo, que no nos perdamos nada. Y pienso: “Así están ellos. Años y años, que se cuentan día por día, con la fortaleza de levantarse y ponerse a hacer cosas. Para salirse de la maqueta por un rato”. También pienso en el aguante y en la soledad. Supongo que, para muchos, la soledad debe ser algo enorme, algo que tienen que aprender a llevar. Y luego también me llega algo (básico del afuera, por cierto) que ni siquiera pensamos. A ver si lo puedo explicar: vos ahí no podés irte a la celda al lado a ver con cuál te llevás mejor;ver si quien te pusieron de compañero de celda te va bien; si le gusta tu música; si piensa tus ideas; si comparte tus convicciones. No, en la mayoría de los casos te la tenés que aguantar como viene. Más allá del servicio penitenciario,con el que también tenés que lidiar. O sea: es lidiar con todo y a la vez seguir adelante. Es hacer el aguante a la vida de la maqueta y también es estar esta mañana corriendo la maratón.

Sigue brillando el sol. Y yo sigo de acá para allá con el cuadro para VxP en la mano. Aquí todos saben lo que es Víctimas por la Paz, y eso es un orgullo absoluto.  Los internos saben que estamos pensándolos, que estamos mirándolos, que estamos reconociendo que existen y que atrás de esos muros lo que hay es gente con dolor, con ganasde transformación. Que se equivocó. Que en muchos casos se equivocó muy mal, pero que lo está pagando. Y quizá esta gente necesita algo más que el tiempo de la condena o la mirada del afuera para recuperarse: quizá hasta necesita pedir perdón. El momento más fuerte de mi visita a Batán sucede cuando estoy viendo la maqueta; estamos ahí todos charlando, no es un momento de formalidad, ni nada parecido. Se me acerca un muchacho gordito, de unos treinta años, más bien bajo, no puedo describirlo bien, porque salede la nada y me dice: “Yo no sé lo que te pasó, pero te pido perdón”. Lo miro profundamente con una mirada realmenteprofunda, queriendo retener su cara, retenerla para siempre,porque llegó a mi alma, porque ese pedido de perdón sirvepara tantos años en los que yo misma me tuve que perdonar,en los que yo misma tuve que perdonar a mi agresor y en losque yo misma tuve que hacer todo el trabajo y que nunca sabré si es un trabajo que terminó, si está bien hecho, si realmente me transformó como víctima. Pero él me pideperdón y yo se lo agradezco para toda la vida.

La visita a Batán sigue. Ahora empezamos a recorrerla.Atrás quedó la maratón y adelante empieza quizá la realidad. La maratón también fue la realidad, entiéndaseme bien, pero fue una realidad como paralela, como de un mundo paralelo, porque ahora empieza una realidad que es la de todos los días. Recorremos los pabellones, llegamos a un lugar donde hacen ladrillos, a otro donde fabrican lavandina y otros lugares más. Desde mi perspectiva, en uno de los emprendimientos, veo lo que es un empresario aprovechándose de una persona privada de libertad, porque el pago es realmente miserable y la sensación es de trabajo esclavo. Me da vergüenza que personas del afuera se aprovechen así de los internos.

Estamos casi al final de la visita y llegamos adonde yo no quería llegar. Podríamos llamarlo “el inframundo”, la deshumanidad completa, y es donde están las celdas de aislamiento. Realmente ver a los muchachos de ese lugar,escucharlos gritar, pedir comida, pedir porque se sienten mal… no tengo palabras para describir este punto. Yo no tengo valor para entrar. El juez con el que estamos me pregunta si quiero pasar y le digo que no, pero otra de las personas dice “sí, yo quiero pasar”. Así que acepto entrar, me pongo fuerte y pasamos. Lo hago porque soy una mujer grande, porque tengo que hacerlo, pero por dentro me estoymuriendo de ver lo que veo. Creo que este tipo de castigo es innecesario, creo que es algo que hay que abolir desde todo punto de vista, y creo que solamente es ir contra la dignidad humana. No sirve para arreglar ni para acomodar nada. Sirve para escalar en los conflictos. Seguramente hay presos problemáticos, pero creo que tenemos que buscar una manera de que eso se aborde de otra forma. No puede ser en esa celda de aislamiento, de terror… porque son celdas del terror. Sí, seguramente infunden terror y seguramente los que la están sufriendo van a tratar de portarse bien adentro para no volver ahí, porque nadie quiere volver ahí. Pero como forma de disciplinamiento, rompe con la condición humana, rompe la cabeza del que está allí aunque estén 24, 48 horas, y ni hablar de la gente que ha estado padeciendo esa tortura meses. Creo que ni el más miserable de los seres humanos se merece la celda de aislamiento. Ni siquiera el dueño del emprendimiento que está explotando a los presos.

Salimos y todavía está el sol, yo estoy con el cuadro para VxP, con el certificado de la maratón, con una cartera que me he ganado en el sorteo. Vuelvo para mi casa, vuelvo a mi mundo. Pero ya mi mundo ha cambiado: he podido ir a Batán, he compartido emociones y vivencias con personas privadas de la libertad, he vivido la Primera Maratón dentro de una cárcel representando a Víctimas por la Paz y hepodido mirar de frente a la persona que apareció de la nada yme pidió perdón.

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